Extraído de: https://www.elsaltodiario.com/sanidad/40-anos-de-alma-ata-la-declaracion-que-radicalizo-la-idea-de-atencion-sanitaria
publicado
2018 es un año increíblemente importante para la salud: el NHS
[Servicio Nacional de Salud del Reino Unido] alcanza los 70 años de
edad. Esta es una oportunidad, tanto para celebrar “el paso más
civilizado que ningún país haya dado nunca”, como para renovar nuestra
atención sobre la resolución de los problemas que amenazan su
existencia: falta de recursos, privatización, iniciativas
público-privadas.
Al mismo tiempo, pero con menos fanfarria, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra el 40 aniversario de la
Declaración de Alma-Ata. Igual que el de la fundación del NHS, la
Declaración de Alma-Ata [celebrada en la ciudad kazaja de ese nombre
bajo impulso de la URSS en 1978, N. del E] fue un momento crucial para
la salud (global), y continúa alimentando e inspirando a los movimientos
sociales de todo el mundo, por su aproximación positiva, completa y
radical a la salud.
"Alma-Ata reclamó una respuesta política para asegurar que se materializaba la meta de una salud para todos"
La
declaración de Alma-Ata surgió de la primera Conferencia Internacional
sobre Atención Sanitaria Primaria en 1978. Fue un momento crucial de
reivindicación de una “salud para todos en el año 2000”, y al que merece
la pena volver por toda una variedad de motivos. En primer lugar,
señaló un cambio hacia un modelo social de salud. Esto significó
promover la atención sanitaria primaria como medio para conseguir “salud
para todos”, en todos los países. La atención sanitaria primaria nos
resulta familiar, pero es mucho más radical de lo que sugiere su nombre,
al situar la colaboración comunitaria en el corazón de los servicios de
salud. Este marco reconoce la necesidad de un servicio de salud
adecuado cultural y tecnológicamente, pone el foco sobre los
determinantes sociales y económicos de una mala salud -agua, comida,
nutrición- y coloca la salud en el centro del desarrollo económico y
social. Está muy lejos de las posiciones verticales y tecnológicas que
dominaron la agenda de la salud global en los años 50 y 60, y que
continúan dominando hoy. Intervenciones de salud pública rápidas,
rentables, como norma, pues son más fáciles de vender que la
construcción de un sistema de salud, que el empoderamiento de las
comunidades y que la implementación de medidas preventivas necesarias
para garantizar salud para todos.
En segundo lugar, Alma-Ata
reclamó una respuesta política para asegurar que se materializaba la
meta de una salud para todos. Para conseguirla, la declaración, que
firmaron unánimemente los miembros de la OMS, recomienda explícitamente
el cambio de la militarización por paz, y una redistribución del poder
del norte global al sur global, dando su apoyo y sacando inspiración de
las peticiones de un Nuevo Orden Económico Internacional (NIEO, por sus
siglas en inglés). Es un documento asombrosamente utópico y poderoso,
construido sobre años de una investigación que demuestra que la mejor
forma de aumentar la salud son las perspectivas de atención primaria. Y,
como los documentos fundacionales del NHS, es un recuerdo de lo lejos
de este rumbo que nos han empujado durante los últimos 40 años.
Pero,
de la misma manera que se minó la visión de la sanidad pública
universal, también lo fue la visión inspiradora de la Declaración de
Alma-Ata. El neoliberalismo ha debilitado paulatinamente ambas, y
revertido el modelo a uno de sanidad más corporativa y menos ambiciosa.
Igual que renovamos correctamente nuestras peticiones para la
restauración del NHS, también debemos renovar nuestro compromiso con la
misma elevada ambición de una salud global.
Casi
inmediatamente después de ser firmada, la Declaración de Alma-Ata y su
compromiso con la atención sanitaria primaria serían atacadas. Un año
después, en una reunión de donantes y agencias de ayuda internacionales,
apareció el concepto de sanidad primaria “selectiva” -reintroduciendo
los programas de salud y las intervenciones sanitarias públicas
orientadas tecnológicamente y con un modelo vertical. Las agencias y los
gobiernos donantes podrían medir, evaluar -y controlar-mucho más
fácilmente aquellos programas y aquellas intervenciones que el enfoque
más nebuloso de la atención sanitaria primaria, que insistía en la
participación de la comunidad y la perspectiva intersectorial. Y en
tanto que el compromiso retórico con la atención sanitaria primaria, de
forma discutible, nunca se combinó con compromisos de financiación y con
reformas, nunca tuvo realmente la oportunidad de despegar.
Poco
después, el idealismo de la Declaración de Alma-Ata quedó aplastado en
la medida en que la creciente inflación, la crisis de deuda y las
recesiones en el sur global tuvieron como resultado la imposición de
políticas de ajuste estructural. Estas redujeron los presupuestos de
salud y forzaron a los gobiernos a adoptar una perspectiva de la
atención sanitaria muy alejada del compromiso con la justicia social de
Alma-Ata. Es una historia que a la mayoría de nosotros nos resulta
familiar: la crisis de la hegemonía de EE UU fue rápidamente evitada y
el neoliberalismo salió victorioso en detrimento de los pobres del mundo
y de las expectativas de un genuino desarrollo humano.
El
triunfo del neoliberalismo sobre la gobernanza sanitaria global se hace
evidente si comparamos el borrador de declaración de Alma-Ata 40 que se
presentará a lo largo de este año con la declaración original. Han
desaparecido las peticiones de un Nuevo Orden Económico Internacional y
de reducción de la brecha entre “los que tienen” y “los que no tienen”,
como han desaparecido las peticiones de reducción del gasto militar.
Mientras que el borrador Alma-Ata 40 reafirma su compromiso con la
atención sanitaria primaria, lo que debemos aplaudir, lo hace en el
contexto de la consecución de la agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo
Sostenible (SDGs por sus siglas en inglés) y de Cobertura Sanitaria
Universal (UHC, en inglés), los cuales han sido objeto de críticas por
no tener en cuenta los mismos desequilibrios de poder que son
fundamentales para el análisis que apuntala la declaración original de
Alma-Ata.
Aunque el borrador del documento Alma-Ata 40 se
compromete a revisar la “expansión desregulada” del sector privado y los
costes crecientes, es muy poco probable que esto se traduzca en
acciones al estar la agenda UHC30 dominada por los mismos que han
promovido desde el Banco Mundial, durante décadas, “la reforma del
sector sanitario” y el papel del sector privado en la salud. Los
paralelismos con el Reino Unido son obvios. Aunque los políticos se
comprometen a mantener el NHS, utilizando su espíritu para obtener
réditos políticos, a menudo fracasan al desafiar la ideología
fundamental que lo socava.
Afortunadamente, hay activistas
alrededor del mundo que mantienen vivo el espíritu de Alma-Ata. Este
año, el Movimiento por la Salud de los Pueblos (PHM, siglas en inglés),
convoca en Bangladesh la 4ª Asamblea de los Pueblos por la Salud. Allí,
los activistas reafirmarán las palabras de Halfdan Mahler, director
general de la Organización Mundial de la Salud, responsable de la
declaración radical de Alma-Ata, quien sigue insistiendo en que “a menos
que nos hagamos todos activistas en las renovadas batallas locales y
globales por la igualdad social y económica, bajo el espíritu de la
justicia distributiva, traicionaremos el futuro de nuestros hijos y
nuestros nietos”.
Así pues, mientras las celebraciones del
NHS llegan a los titulares en el Reino Unido, debemos unirnos a los
activistas de la Asamblea de los Pueblos por la Salud, y aprender de
cómo continúan ellos la lucha para lograr salud para todos, y reconocer
que esta es imposible sin afrontar el mayor obstáculo para la justicia
sanitaria: el neoliberalismo y los desequilibrios de poder globales que
crean y vuelven a crear la pobreza y la mala salud.
Traducción: Ricardo Molina Pérez
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