Durante la pandemia hemos venido arrastrando todas las deficiencias que los sucesivos gobiernos de UPN provocaron en el sistema sanitario mediante la desinversión, la precarización de las plantillas y el adelgazamiento de un sistema sanitario público que en la pandemia Covid-19 ha demostrado que a pesar de todo es el único capaz de enfrentarse a retos de salud que afectan a toda la población.
Los precarios sistemas de protección social y las privatizadas residencias de personas mayores y personas vulnerables, han demostrado su incapacidad para hacer frente a la situación a pesar del esfuerzo de las personas que en condiciones precarias trabajaban en ellas.
La actitud de gran profesionalidad de la mayoría del personal del sistema público de salud, en el contexto de una organización improvisada y bastante caótica, ha demostrado que toda la carga de la pandemia recaía sobre ellas y ellos y pese a las condiciones de precariedad, sin apoyos desde las direcciones, y con escasos medios, han afrontado situaciones inéditas, pero han dejado un poso de cansancio, agotamiento, y de intentar salir del paso como si de un mal sueño se tratara. No es posible pedir más al personal en estas condiciones.
La gestión que de la pandemia ha hecho el departamento de Salud ha estado marcada por una escasa participación de profesionales, una muy mejorable comunicación con la ciudadanía, una centralización de decisiones sin explicación y sin dotación de medios, que se han concentrado en los aspectos más mediáticos, y se ha olvidado de que el sistema de salud es mantenido por sus profesionales.
Ha habido declaraciones de intenciones pomposas, de cara a la galería, al parlamento, a los medios o a las entidades que hemos reclamado mayor compromiso, mayor implicación, o mayor participación. Esas palabras, que en su momento no se materializaron con el pretexto de la situación, toca ahora convertirlas en hechos.
Corresponde al Gobierno de Navarra y al Parlamento garantizar un presupuesto suficiente para la sanidad pública, acercándose al 7% como el promedio de la Unión Europea.
Corresponde a la consejera de Salud liderar los cambios necesarios, marcar las líneas maestras en el departamento para dar a la atención primaria el protagonismo que tantas veces ha publicitado en los medios de comunicación, y garantizar a la población la calidad y eficiencia del sistema sanitario público que en los últimos tiempos difunde.
Corresponde al director general de Salud hacer realidad los cambios para atención primaria que le fueron encomendados por la consejera en marzo, todos ellos todavía en estado de espera y que por ahora son mera letra y declaraciones de intención.
Toca a la gerencia de Atención Primaria incentivar a sus profesionales, garantizar su estabilidad, impulsar procesos de escucha y participación, abrir puertas a la esperanza en una plantilla extenuada que a duras penas puede subsistir: estabilidad de las plantillas, nuevos roles, nuevas formas de gestión, nuevos servicios basados en la promoción de salud, en las necesidades sociales y sanitarias de cada zona. No sirve ahora el abandono y la falta de ideas o propuestas, y se requiere una dirección activa y estimulante para recuperar la ilusión de sus profesionales.
La asistencia hospitalaria que ha centralizado los recursos adicionales durante la pandemia necesita adaptar su gestión hacia una atención más humana, centrada en las personas, menos orientada a los últimos avances tecnológicos, y que se apoye en el conjunto de profesionales que desde la cercanía a las personas hacen de la atención de salud su razón de ser, bien desde la atención primaria o desde la atención directa.
La atención de salud mental ha dejado a la vista sus insuficiencias. Las personas con problemas graves han sido atendidas, pero los efectos de la pandemia en la salud mental de la mayoría de las personas no han podido ser resueltos debido al limitado y medicalizado alcance de las prestaciones existentes y han dejado un lastre de situaciones complicadas para las que la actual estructura resulta claramente insuficiente en apoyos psicológicos, o en atención a problemas menos graves. La elevada privatización de muchos de sus servicios ha contribuido a la fragmentación de las respuestas y a muchas de sus ineficacias. Es necesaria una reforma en profundidad de la actual estructura incluyendo una mayor importancia de lo público y una mayor cartera de servicios a la población que evite que solo puedan acceder a prestaciones quienes tienen dinero. Una atención psicológica que se dote de recursos y procedimientos de acceso directos desde atención primaria.
La docencia y la investigación necesitan estar respaldadas con suficiente presupuesto para evitar que los intereses privados determinen las prioridades, y marquen la agenda de temas prioritarios a investigar o tecnologías sanitarias a incluir en el sistema. Si la docencia la proporcionan las empresas consumiremos sus productos inexorablemente, y si la investigación la deciden intereses privados, aportaremos fondos públicos para desarrollar tecnologías que las empresas privadas nos venderán a precios desorbitados. Las vacunas frente al Covid sob un buen ejemplo.
Únicamente el desarrollo del sistema público de salud ha demostrado su eficacia durante la pandemia, una vez más, y quienes han precarizado el sistema en el pasado o quienes alaban las bondades de la colaboración público privada a la salida de la crisis, únicamente son cómplices de salidas falsas de la situación y ofrecen coartadas para una vez más seguir precarizando el sistema público de salud y crear una salud para personas ricas y otra para personas pobres.
La Plataforma Navarra de Salud/Nafarroako Osasun Plataforma seguirá recordando al Gobierno estas reivindicaciones desde la movilización. Esta semana con la manifestación que la iniciativa Aurrekontu Sozialak/ Presupuestos sociales convoca y que partirá desde Geltoki (antigua estación de autobuses) este sábado 16 de octubre a las 18:00 horas.
Pamplona /Iruñea a 12/10/2021
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